viernes, 8 de abril de 2011

al tantear el izquierdo, pienso

'un día, sin querer tocarás el derecho, y todo irá para peor.'

martes, 5 de abril de 2011

Give up the ghost

Hace unos días, leí en el tutorial de la novela a la cual le vengo a dedicar tiempo libre, una feliz analogía entre el argumento de la misma y su trascendencia filosófica, la validez máxima de su esencia, más allá de su posterior bestsellerización tras su paso por hollywood.
Éste definía al personaje -la humanidad- como adepto extremo a tres grandes atributos de nuestra condición: la belleza, el lenguaje y la agresión, y un total desprecio inconsciente por uno cuarto, la libertad. Libertad que, claro, se hace insterpretar no solo como física, sino también como gnoseológica.
Mierda, muy realista todo.
Es por eso que siento que estamos condicionados a la decadencia en nuestras búsquedas colectivas como sociedad, este legado de civilización no es más que, entre muchas otras maldiciones, una castración de voluntades conjuntas; una acotación del individuo libre, una versión simplista.
Entiendo que no todos nos ajustamos a las medias poblacionales con igual lealtad ciega, que existen quienes sí gozan de los reales privilegios de la vida libre y que pueden gozar de relativa paz en toda faceta de su vida, más allá de que puertas afuera auguren realidades amenazantes.
Pero no dejo de entender, tampoco, que en realidad las adhesiones a tales atributos son hipervariables en situación y tiempo, incluso dentro de un mismo individuo (que en realidad sería éste la verdadera y olvidada Unidad Mínima..), y que, también, la interpelación con cada una en particular sería de modo independiente una de otra.
También es verdad que somos concebidos en un contexto, un idiolecto que sesga de por vida, inapelablemente, todo lo subsiguiente; pero el fino trabajo de desligarse, de fracturar los preceptos instaurados y ponerlos bajo observación, de quitarle la inmunidad que hace indiscutibles ciertos hábitos, hablas y sentimientos puede conllevar la fortuita adquisición de un buen bono de levedad, un paso en pos de ser más humanos y menos naranjas mecánicas.
Muchas veces uno no lo hace por abstemio, por cómodo; pero quien haya conquistado calidad de vida, supongo, podrá ver aire colarse entre sus dedos y no puños entumecidos, una posición erguida y no el sopesante tonel heredado.
O al menos curtirse un poco en el intento, como la primera vez que hiciste cola en una institución pública. Ponele.

domingo, 3 de abril de 2011

una hoja se suelta y, ahora, es parte del viento.

sábado, 2 de abril de 2011

¿acaso hay alguien que comparta tanto otoño?

tengo ganas de volver a decir cosas, porque siento que últimamente he dicho poco.
si dejé este espacio fue porque estaba pudiendo oralizar lo suficiente.
supongo que esta condición a sido ampliamente superada en defecto.
también me he vuelto más frío que nunca, admirado de mis capacidades de despojo. siento que el despojo es el modo más práctico de sobrevivir en tiempos modernos, lo creo el modo, lo profetizo.
desgarré todo vestigio de humanidad clásica, siento que he atravesado una guerra y, en la guerra, mucho sobreviven los ensimismados.